Testimonio de Thomas de Hartmann
La vida en los priorato
de Avon era más dura que entre los trapenses
Dice Thomas de Hartman que a las 6 de la mañana un alumno recorría
los corredores con una campanita y era preciso levantarse con rapidez,
bajar al comedor, tragar café a toda prisa, con un pedacito
de pan e ir derecho al trabajo. Gurdjieff debía distribuirlo
de modo que no se perdiera un momento. El trabajo en el exterior duraba
hasta las 7 o hasta la noche, con una breve interrupción para
almorzar. A veces hasta se trabajaba a la luz de lámparas eléctricas.
Gurdjieff observaba con severidad a quien se demoraba en el comedor
para fumar o conversar. Por la noche, cuando sonaba la campana grande,
había que cambiarse rápidamente para la cena. La comida
se componía de carne con alubias, arvejas o papas, pan y café.
A las 8 se reunían en la sala de trabajo y hacían gimnasia
sagrada.
Gurdjieff inventaba nuevos ejercicios destinadas a desarrollar la
atención, tales como tres movimientos diferentes y simultáneos
para la cabeza, los brazos y las piernas, ejecutados contando, cuyo
resultado era el de sustraer al individuo del flujo de asociaciones
de ideas. Según otros testimonios, se practicaban igualmente
ejercicios de contracción de un solo músculo, con exclusión
de todos los demás, y cálculos rápidos como:
2x1=6; 2x2=12; 2x3=22; o incluso 2x2=1; 4x4=13; 5x5=22; obtenidos
agregando o sustrayendo una cifra creciente o constante al resultado
(en el primer caso se agrega 4 al primer producto, 8 al segundo, 16
al siguiente y así; en el segundo caso, se sustrae 3 a los
resultados).
El trabajo era un esfuerzo cotidiano. Gurdjieff daba a ciertos elegidos
directivas relativas a la concentración del pensamiento, el
control de la respiración y de la energía sexual, pero
les exigía que guardaran silencio sobre ellas. En una entrevista
acordada a Denis Saurat, en 1923, Gurdjieff resumía así
su doctrina: Pocos seres humanos tienen alma. Ninguno tiene alma al
nacer. Se debe adquirir un alma. Quienes no lo consiguen mueren; sus
átomos se dispersan, no queda nada. Algunos se fabrican un
alma parcial y quedan así sometidos a una especie de reencarnación
que les permite progresar. Y por fin, una cantidad muy pequeña
de hombres han llegado a tener almas inmortales.
Pero esta cantidad es muy pequeña; apenas algunos. La mayoría
de quienes han conseguido algo, no tienen todavía mas que almas
parciales... Para el trabajo físico, quiero volverlos dueños
del mundo exterior. No es más que una fase temporaria. Trato
de darles todos los poderes. No hay diferencia entre los poderes ocultos
y los otros. Los ocultistas de hoy se equivocan todos. Mientras tanto,
Gurdjieff no limitaba sus actividades a la instrucción de los
discípulos del Priorato. Proseguía la redacción
de su obra Relatos de Belcebú y ofrecía re-presentaciones
de La Lucha de los Magos, tanto en Estados Unidos como en el teatro
de los Campos Elíseos en Paris.
Los archivos de prensa nos proporcionan dos críticas de estos
espectáculos: una es la francesa; la otra norteamericana: Las
danzas comienzan bajo la dirección de Gurdjieff. Son danzas
lentas, con sus participantes situados bastante lejos unos de otros.
A ciertas órdenes, todos se inmovilizan en la posición
en que se hallan en ese instante, y así deben quedar hasta
la orden de volver a ponerse en movimiento. Los que se encuentran
en equilibrio inestable, cuando se les ordena detenerse, no deben
concluir el movimiento comenzado, y caen con todo su peso por el efecto
normal de la gravitación. Una vez caídos, no deben moverse...
La atmósfera perfumada, las luces, los ricos tapices, los movimientos
extraños: es el romanticismo de los orientales, realizado por
fin sobre la tierra. En cuanto a la segunda: primero tuvieron lugar
danzas ejecutadas por un grupo de hombres y mujeres vestidos con ropajes
amplios y zapatos de suela flexible.
Era realmente fantástico, pues cada persona bailaba de manera
distinta. Una orquesta dirigida por un hombre llamado Hartman producía
una música extraña, donde predominaban los redobles
de un tambor: Los movimientos eran simbólicos, pero de ningún
modo sensuales, pues parece que estamos en presencia de manifestaciones
de un culto donde la sensualidad no figura para nada. Imposible describir
estas danzas, que parecen pertenecer a las religiones antiguas. Una
dama explicó que en otra época las danzas tenían
por objeto hacer cumplir al ser actos reales de gracia, de alabanza
o súplica.
Se nos presentó la danza vertiginosa del derviche. Gurdjieff
dirigía a los bailarines dando la orden de comenzar mediante
un balanceo de brazos, y los detenía bruscamente. Entonces
ellos conservaban el equilibrio en la posición en que los había
detenido, semejantes a estatuas de madera. Parecían hallarse
bajo el hechizo de un poder hipnótico. La música es
una especie de jazz llevado al extremo. Sus armonías y melodías
han sido transcriptas por el señor de Hartman; según
indicaciones de Gurdjieff, quien las conservó en la memoria
luego de haberlas escuchado en diversos monasterios y sectas del Oriente
durante su búsqueda de la verdad. Este último afirma
que esas músicas datan de la más grande antigüedad,
y que son transmitidas mediante inscripciones en ciertos templos.
Thomas de Harthmann