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JUEGOS: El Misterio del Ajedrez
El misterio del ajedrez
Sobre su origen existen numerosas leyendas. La tradición sitúa el nacimiento del ajedrez en la India, en el Imperio Maurya, con su capital Pataliputra, durante el reinado de Asoka. El inventor del juego habría sido un brahmán de nombre Sissa, profesor del príncipe Sirham.
Naturalmente, aquel ajedrez creado por el brahmán para demostrar a su monarca que para vencer en una batalla, el Rey necesitaba de sus súbditos, poseía características bien distintas del juego que se practica hoy en día. Bautizado como “el juego del ejército” o “Chaturanga”, del sanscrito, que luego originaría el persa chatrang y el arabe ax-xatranj y finalmente el castellano ajedrez. Podía jugarse con dos o cuatro personas que utilizaban dados sobre un tablero de 64 casillas sin distinción de colores. Las piezas eran un rey, un elefante, un caballo y un barco.
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La Leyenda de Sissa
Durante años se ha hablado de una hermosa leyenda que relata cómo su personaje principal Sissa inventó el ajedrez. Tal vez, pero la leyenda es la siguiente:
“…En tiempos remotos vivía en la India, en la apartada región de Taligana, un generoso rey llamado Iadava, quien había perdido en reciente batalla a su hijo el príncipe Adjamir.
La tristeza y la angustia invadió al rey sumiéndolo en un profundo estado de melancolía que le separó de la vida pública de su provincia; el rey no entendía cómo habiendo ganado la batalla, su hijo el príncipe debió perder la vida.
Sus ministros y cortesanos hicieron lo imposible para distraer a su Rey; bufones, balabaristas, adivinos y afamados músicos y bailarines desfilaron ante el acongojado Rey; todo sin resultado positivo.
Enterado de ello, un modesto joven llamado Sissa, del pueblo de Lahur, se dedicó a crear un juego tan interesante que pudiera distraerlo de sus múltiples pesares, le hiciera comprender los errores de su campaña y le abriera nuevamente el corazón a la alegría.
Presentado ante el atribulado soberano, Sissa precedió a abrir una caja en la que guardaba un hermoso tablero de 64 casillas, y un juego de piezas de madera tallada. Seguidamente explico a su Rey que se trababa simplemente de un juego en el que participaban dos personas, quienes tendrían a su disposición dos ejércitos; cada uno de ellos igualmente constituido por la infantería, constituida por ocho piezas pequeñas llamadas peones; dos elefantes (artillería pesada), dos caballos (caballería), dos visires (consejeros) y una Reina con su Rey.
Tan sencilla y clara fue la presentación que pocas horas después el Rey conocía ya las reglas básicas del invento de Sissa, el juego del Ajedrez y se animaba a invitar a sus ministros para jugar partidas donde estos pudieran exhibir su inteligencia y talento militar.
Estas primeras partidas fueron muy provechosas porque lo enseñaron sobre la necesidad de planificar las acciones, la de luchar permanentemente por el logro de los objetivos y de sacrificar en ocasiones cosas valiosas en pro del bienestar de la mayoría. Además aprendió sobre los errores cometidos en combate permitiéndole comprender la importancia de la muerte de su hijo, del príncipe Adjamir, en la victoria obtenida para la sobrevivencia del reino de Taligana.
Días después, muy entusiasmado el Rey Iadava comenzó a incorporarse a la vida pública, a atender los asuntos de estado y las necesidades de su pueblo.
Habiendo vuelto la alegría a la corte el Rey Iadava quiso premiar la imaginación a la inteligencia de su súbdito Sissa, habiendo recibido de su propio Rey ofertas de fortunas, tierras y poder, y luego de reflexionar largamente, Sissa le contestó que su único interés al inventar el juego del ajedrez era que la alegría volviera a la corte y al pueblo de Taligana”
Cuenta la tradición que el ajedrez más parecido al que se practica en la actualidad era el de la antigua Persia. Se utilizaba un tablero con 64 escaques (casillas) claras y oscuras; piezas llamadas rey, ministro, barco, caballo, elefante e infante.
Los Árabes aprendieron el arte del ajedrez en Persia y se convirtieron en los grandes divulgadores de este juego. Ellos usaban piezas negras y rojas, que tenían las mismas disposiciones del ajedrez actual.
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Entre los años 800 y 900 d.C. el ajedrez se conoció en Europa. Primero llegó a España, con la conquista de los árabes y posteriormente, otra vez gracias a las rutas comerciales, se fue conociendo en los demás países del continente. También se sabe que por esa misma época los vikingos lo jugaban, puesto que en los restos de una tumba vikinga fue encontrado un tablero de ajedrez con algunas piezas.
En Europa, durante la edad media, los países donde más se jugó fueron España e Italia. Se jugaba de acuerdo con las reglas árabes (descritas en diversos tratados de los que fue traductor y adaptador Alfonso X el Sabio), según las cuales la reina y el alfil eran piezas débiles que sólo podían avanzar de una en una las casillas. Durante los siglos XVI y XVII el ajedrez tuvo un importante cambio: se escribieron y publicaron las reglas que hoy se usan, las piezas adquirieron la forma que tienen actualmente, la reina se convirtió en la pieza más poderosa y pudo moverse tal y como lo hace hoy en día, por cualquier fila o por cualquier diagonal del tablero. Fue entonces cuando se permitió a los peones avanzar dos casillas en su primer movimiento y se introdujo la regla conocida como “al paso”, que permite capturar el peón que sigue su marcha y no come la ficha que se le ha ofrecido por una determinada estrategia. Fue también en esa época cuando se inventó el enroque. Los jugadores italianos se convirtieron en los mejores jugadores del mundo, hasta que en el siglo XVIII fueron desbancados por los franceses y los ingleses, cuando el ajedrez, que había sido hasta entonces el juego predilecto de la nobleza y la aristocracia, pasó a los cafés y las universidades. El nivel del juego mejoró entonces de manera notable. Comenzaron a organizarse partidas y torneos internacionales y los jugadores más destacados crearon sus propias escuelas.
Otros detalles sobre sus orígenes
En primer lugar confirmar la existencia de algunas divergencias sobre sus orígenes: Una de las historias que tuvo fuerte arraigo en la Edad Media daba como inventor del juego a Palamedes, combatiente en la guerra de Troya. Cuenta la leyenda que Ulises lo odiaba por ser su genio superior al de él, aunque el héroe de Troya al final consiguió ganar. Un estudioso llamado Souterus lo reconoció como posible creador del juego. La fuerte influencia que los clásicos griegos ejercieron en esta época ( la Edad Media ) sobre todo realzado con los trovadores y juglares que transmitían leyendas e historias por medio de la canción y la palabra hicieron como valedores de invención de problemas ajedrecísticos a Aristóteles, Platón, Arquímedes… aunque seguramente no fueran ellos sus autores.
Parece que se desarrolló hasta el siglo XX, un juego que tenía fuerte parecido a nuestro protagonista, en zonas de China e Indochina; otros con similitudes en el que intervenían dados, fichas y tablero denominados petteia en los griegos o el de los romanos llamado latrunculi. Ambos se jugaban en un tablero escaqueado, aunque a modo de ser estricto su parecido es más cercano a otro juego de la actualidad, el backgammon.
En Bizancio los griegos jugaban a un juego con similitudes, mucho antes de la aparición del ajedrez en Europa a través de la invasión árabe en España, llamado zatrikión cuya introducción es achacada a los persas. También existe una tesis sobre la creación del juego por parte de los egipcios en tiempos faraónicos. Dichas tesis fueron formuladas por Brunet y Bellet en su libro “El ajedrez, investigaciones sobre su origen” (originalmente Barcelona, 1890), (Editorial Hispano Europea, S.A. – 1ª edición 2005) y las justificaba con unos bajorrelieves hallados en tumbas con el escaqueado del tablero. Dicha tesis goza en la actualidad de poca aceptación.
Más datos sobre la cultura ajedrecística árabe
En el siglo VII se encuentra fuertemente detallada la actividad ajedrecística en la cultura árabe a través de una inmensa colección de finales de partida denominados mansubat. Los mansubat están presentados como sería hoy en día una revista de ajedrez de resolución de problemas detallando el número de movimientos a realizar, indicando el bando que mueve y el bando que tiene que conseguir la victoria o el empate. Altos dignatarios del mundo musulmán tenían un fuerte arraigo con el ajedrez encontrándose mansubat realizados por Visires, Califas o Emires. Estas composiciones pueden ser consideradas como la primera gran manifestación de la introducción cultural del ajedrez en un pueblo. Para reproducir los movimientos, los árabes identificaban a las columnas del tablero por los nombres de las piezas que las ocupaban al inicio de la partida (“de la torre”, “del caballo”), dicha nomenclatura fue la empleada por el Rey Castellano-Leones Alfonso X el Sabio. Los árabes llegaron a perfeccionar también un sistema de notación que sirvió de base al sirio naturalizado francés Philippe Stamma para desarrollar el actual sistema de notación algebraico único aceptado actualmente por la Federación Internacional de Ajedrez, la F.I.D.E. El nombre de las piezas
Chaturanga en el idioma de su país de origen significa “cuatro miembros”. En el ejército de la India eran esos cuatro miembros carros de combate, los elefantes, la caballería y la infantería. Vemos la similitud con las torres, alfiles, caballos y peones de la actualidad. Posiblemente , los nombres actuales de las piezas proceden de voces arábigo-persas corruptas. De hecho, podemos afirmar hoy que, salvo los nombres de muy fácil traducción, como caballo, rey o peón, los demás son expresiones que ya eran corrupciones del sánscrito cuando las adoptaron los persas.
Nuestro famoso erudito Souterus compara las voces de jaque y mate, con mucho criterio con “xa” y “mat”, “el rey está muerto”, de los babilonios que se presupone que de ahí pasó a los persas y de Persia a Occidente.
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