GURDJIEFF - ARGENTINA
 
 
 
 

LECTURA SUGERIDA: LA ISLA ALDOUS HUXLEY

.....¿Quién está ahí? –graznó otra vez. Hubo un susurro de hojas entre los matorrales de la izquierda
y de repente, como un cucú de un reloj de habitación infantil, surgió un enorme pájaro
negro, del tamaño de un grajo.... sólo que, ni falta hace decirlo, no era un grajo. Agitó un par de
alas con las puntas blancas y, hendiendo el espacio, se poso en la rama más baja de un arbolillo
muerto, a unos cinco metros de donde se encontraba Will. Advirtió que su pico era anaranjado y
tenía un manchón implume, amarillento, debajo de cada ojo, barbas color canario que le cubrían los
costados y la parte trasera de la, cabeza con una gruesa peluca de carne desnuda. El pájaro inclinó
la cabeza y lo miró primero con el ojo derecho y luego con el izquierdo. Después abrió el pico
anaranjado, silbó diez o doce notas de una pequeña melodía en escala pentatónica, hizo un ruido
como de quien tiene hipo y, en una frase canturreada, do sol do, dijo: "Ahora y aquí, muchachos;
ahora y aquí, muchachos." Las palabras oprimieron un disparador, y súbitamente lo recordó todo.
Esa era Pala, la formidable isla, el lugar que ningún periodista había visitado nunca. Y ahora debía
de ser la mañana siguiente a la tarde en que cometió la tontería de zarpar solo de la bahía de
Rendang-Lobo. Lo recordó todo: la blanca vela curvada por el viento en imitación de un gigantesco

pétalo de magnolia, el agua hirviendo en la proa, el chisporroteo de diamantes en las crestas de
todas las olas, y entre una y otra, el jade arrugado de las aguas. Y hacia el este, al otro lado del
estrecho, ¡qué nubes, qué prodigios de blancura esculpida sobre los volcanes de Pala! Y sentado
ante la caña del timón se sorprendió cantando... se sorprendió, cosa increíble, en el acto de sentirse
inequívocamente feliz.
–Tres, tres para los rivales –había declamado al viento. –Dos, dos para los jóvenes puros,
ataviados de verde. Uno es uno, y está solo...
Sí, solo. Completamente solo en la enorme joya del mar. –Y siempre será así.
Después de lo cual, ni qué decirlo, sucedió aquello contra lo cual lo habían prevenido todos los
marinos cautelosos y experimentados. La negra turbonada salida de ninguna parte, el repentino e
insensato frenesí del viento y la lluvia y las olas...
–Ahora y aquí, muchachos –entonó el pájaro–. Ahora y aquí, muchachos.


 


 
Informes y entrevistas al teléfono: (11) 4545-1065 - E-mail: arca1990hoy@yahoo.com.ar